ELLA Y LA LUNA
Por Pako Romero
Platicaba del amor como si realmente ella lo hubiera conocido, noches de amor, noches de vino; pero el amor, si, el amor era su peor enemigo.
Todos las noches subía hasta lo alto de la torre a platicar con ella misma, se formulaba muchas preguntas de porqué habiendo amado tanto el amor así le tuviera que pagar.
Una noche de verano, ella lloraba sus penas, sus lágrimas parecían inconsolables y se derramaban sobre la tierra creando arroyuelos de luz de plata fundida. Y entonces, entre su lamento, le llegó la voz tan clara de la luna. – ¿Por qué lloras? Y ella no podía creer que alguien por fin la escuchara, porque ni su propia conciencia era capaz de hacerlo, ni siquiera el espejo la miraba, ni le prestaban atención – Porque estoy sola, porque ya nadie me quiere, – y ella le contó sus penas a la luna – Yo te entiendo bien mujer, porque también he conocido el desamor, pero no llores más porque como a ti, la soledad me acompaña y me rodea cada noche, porque sé que la soledad es fría y el vacío está lleno de silencio ensordecedor.
La mujer miró entonces con nuevos ojos a la Luna y vio los cientos de años pasados a solas, en silencio, solo acompañada por las frías estrellas y supo en ese momento que algo las unía, algo triste y doloroso, pero que quizás, si sabían escucharse, podrían superar. Desde entonces todas las noches ella subía a la torre a platicar con su amiga la luna, amiga que siempre estaba dispuesta a escucharla, que nunca le reprochaba nada que incluso muchas veces le había ofrecido su cuarto menguante para vivir.
FIN
Expresión en Movimiento 